“Lagarto” De la Cruz: el basquetbolista de un pueblo muy pequeño de la provincia que fue olímpico en Moscú 1980

Se cumplen 45 años del boicot estadounidense. Argentina no envió delegación a Rusia. Sin embargo, Lincoln, General Pinto y Carlos Tejedor estuvieron representados.

Por Gastón M. Luppi, de la redacción de DIB

Ya no tiene familia en Pasteur. En cambio, hay dos primos en General Pinto, con los que sigue en contacto. Supone que ellos han hablado de él, pero no lo sabe, ni le quita el sueño. Siempre hizo culto del perfil bajo y en definitiva no sabe qué se sabe de él en los que fueron sus pagos.

La infancia de Juan Domingo De la Cruz, Lagarto de la Cruz, transcurrió en “un triángulo de pueblos” de la provincia de Buenos Aires: Pasteur y Roberts, en el partido de Lincoln, y en General Pinto y Carlos Tejedor. En Pasteur vivió muy poquito, hasta que se mudó a Pinto. Y a sus 6, 7 años, con la familia se fueron a Buenos Aires, a Boedo. Allí de casualidad comenzó a jugar al básquet, obviamente en San Lorenzo, y al poco tiempo cambió la azulgrana por la blaugrana: se fue al Barcelona. Y terminó jugando en la selección… de España.

Este 19 de julio se cumplen 45 años de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Moscú 1980. Argentina se plegó al boicot impulsado por Estados Unidos y fue uno de los sesenta y pico de países que se abstuvo de competir. Así, sin delegación nacional por primera vez desde París 1924, De la Cruz fue uno de los dos o tres -quizá alguno más- argentinos que participaron en aquellos Juegos, aunque representando a otro país, claro. Ah, y cuatro años más tarde se colgó la medalla de plata en Los Ángeles 1984, con España. ¿Se sabe esto en Pasteur, o en Pinto?

En los 50, el niño Juan Domingo de la Cruz. – Gentileza JDDC –

De Pasteur a Boedo

De la Cruz nació el 6 de febrero de 1954. “Toda mi familia era de un triángulo de pueblos que hay por ahí. Mi padre eran once hermanos y los Fermanelli, mi familia materna, que también eran de la zona, ocho. O sea, nací en Pasteur pero tenía familia en Roberts, en Carlos Tejedor, en Timote, en General Pinto…”, le cuenta De la Cruz a la agencia DIB desde España, donde vive desde hace 50 años.

Hijo de padres argentinos, no obstante, sus abuelos paternos eran españoles: su abuela de Salamanca y su abuelo de un pueblo salmantino, Villarino de los Aires. Esa ascendencia española marcará su destino.

A propósito, los abuelos eran muy peronistas, y de allí salió el Juan Domingo de su nombre. En cambio, su hermana menor, María Cristina, nació después del golpe del 55 y obviamente no pudo ser María Eva. A él, ahora lo llaman un poco más Juan Domingo: “Normalmente era Juan, o Juanito. Hasta que apareció lo de Lagarto, por el Lagarto Juancho. Eso fue en Argentina, y aquí recién lo incorporaron cuando un periodista amigo lo mencionó y quedó: Lagarto”.

Nacido en Pasteur, “mi vida de pequeño fue en General Pinto, donde mis abuelos tenían una panadería, La Española; las dos familias, los De la Cruz y los Fermanelli, se dedicaban a las panaderías”. Pero también pasaba tiempo en Roberts, donde los abuelos maternos eran estancieros. Sin embargo, al poco tiempo la familia empezó a trasladarse a Buenos Aires. “El primero fue mi padre, y a partir de ahí se fueron yendo todos”.

Juan Domingo de la Cruz, una familia de un “triángulo” de pueblos de la provincia. – Gentileza JDDC –

El vínculo con sus viejos pagos se mantuvo. “Volvía a Pinto, siempre me acuerdo del Festival Folclórico. Quedaban tíos allá, pasábamos el verano ahí. O iba a la casa de los tíos de Tejedor, o a Roberts, me gustaba mucho ir al campo en Roberts. Cada verano, terminaba el colegio, me pillaba el tren y me tiraba dos meses en el campo. Ordeñando, con las cosechadoras, llevando las vacas al pueblo, con caballo… Era una especie de juego, me gustaba”.

Instalados en Buenos Aires, la familia siguió con las panaderías: sus padres tenían su propio comercio en la calle Venezuela entre Quintino Bocayuva y 33 Orientales, “a quince cuadras de la cancha de San Lorenzo”. Su padre había jugado al fútbol en Pasteur y en Tejedor. “Y se ve que lo hacía bastante bien, en algún momento hasta le ofrecieron la posibilidad de irse a Buenos Aires”. Juan Domingo también era futbolero: “Lo mío del básquet fue una casualidad. A mí me gustaba mucho el fútbol, soy un loco del fútbol”, introduce.

“Como estudiaba y trabajaba en la panadería, quería hacer algo de deporte. Iba a tener una prueba en San Lorenzo, fútbol obviamente, pero el día anterior me pillaron por la calle caminando y me preguntaron si quería jugar al básquet. Tenía 16 años y en mi vida me había planteado jugar al básquet. Es más, cuando en el colegio me elegían por la altura, no quería saber nada con el básquet”, cuenta Lagarto, que por entonces ya andaba por los 2 metros. Pero agarró viaje: “No fui a la prueba de fútbol, sabía que no me iban a pillar como portero, como arquero”, se corrige. “Probé con el básquet, me gustó”.

De la Cruz recuerda que en el Viejo Gasómetro de Avenida La Plata había unas canchas de básquet descubiertas junto a la pileta. “Hacía un frío terrible”. Así empezó.

La selección juvenil de Argentina, de gira por China. – Gentileza JDDC –

Al muy poco tiempo, calcula que con 16 años todavía, jugó un Campeonato Argentino para Buenos Aires. “Evidentemente me llamaron por la altura”, sospecha. Y unos años después, ya con la camiseta de la Selección, en 1973 fue campeón sudamericano juvenil en Bahía Blanca.

En apenas un par de años ya había empezado a formar parte de la primera de San Lorenzo, equipo al que apodaban La Catedral. “San Lorenzo tenía el mejor equipo, con jugadores míticos. Yo conviví con ellos, que me sirvieron como ejemplo para pillar el gusto por el básquet”, admite.

Y con San Lorenzo jugó un torneo de invierno en Mar del Plata, en el gimnasio del Casino. El cuadrangular lo protagonizaron dos equipos marplatenses más San Lorenzo y Barcelona. “Y allí dirigentes de Barcelona hablaron conmigo, me preguntaron si tenía familia española, si me interesaba ir a jugar allá. Pensé que era broma, para nosotros Europa era como la NBA”, resalta.

En ese momento, “ni me había planteado ser profesional, para mí el básquet era un juego. Iba a la Facultad de Agronomía, me gustaba el campo, era una carrera con un futuro probable”. Iba por ahí, no por el lado del básquet. O sea, “fue todo tan rápido que no me dio tiempo ni de pensar. En tan pocos años pasé de no querer saber nada con el básquet a ‘me voy a Europa a ver qué pasa’”.

Juan Domingo de la Cruz, en Argentina, antes de “optar” por España. – Gentileza JDDC –

De Boedo a Barcelona

Obras Sanitarias, que por entonces estaba viviendo un enorme crecimiento, buscó tentarlo para que se quede jugando aquí: “Me quisieron fichar, me ofrecían un apartamento…”. Aunque en Argentina se vivían momentos complicados: “Era el año 75 y mi madre me dijo con todo el corazón: ‘Rajá de acá, andate de acá’”. En lo económico, la propuesta española era tentadora, “pero tampoco era lo que pasó a ser luego. Después de las olimpíadas de Los Ángeles 1984, el baloncesto español dio un gran salto, ahí los jugadores empezaron a cobrar mucho dinero”.

Se fue a España: “Me fui con un contrato de un año, e incluso parecía que me iban a ceder a un equipo de Manresa. Pero al final me quedé en Barcelona, al año siguiente renové por tres años y fui renovando hasta estar doce temporadas, que no está mal”.

Casi sin darse cuenta, pasó a dedicarse de lleno al básquet. “En España no me ayudaron a la hora de seguir la carrera universitaria. Era entrenar, jugar y ya está; era ser profesional”. Pero lejos de su casa, de su familia, casi que en ningún momento se planteó regresar. Solo una vez tuvo sus dudas: “Mi segundo año fue complicado. Yo había llegado con Ranko Zeravica, entrenador de la selección yugoslava campeona del mundo. Pero él se fue, lo fichó Obras, y el tío me quería llevar de vuelta para Buenos Aires. Estuve a punto de volverme, no me llevaba bien con nuestro nuevo entrenador. Pero en ese mismo momento me llegó la convocatoria de la Selección y ya opté por no volver”.

Campeón sudamericano juvenil con Argentina, pudo sumarse a España porque no tenía jugados partidos oficiales con la celeste y blanca mayor. Aunque sostiene que en su intento por repatriarlo, Obras quiso buscarle una vuelta: “Había habido un torneo en Colombia. Yo fui con la selección argentina, invitaron a algunos países y se hizo un mundialito. Pero no era oficial de la FIBA, si no, no hubiese podido optar por la selección española. Obras lo intentó, pero aquí fueron más listos”.

Su primer torneo con la Selección fue un Europeo, en Bélgica. “Dos o tres jugadores jóvenes nos sumamos a los veteranos. No le fue bien al equipo. Los más jóvenes jugamos poquito, pero los últimos tres partidos fuimos titulares y yo anduve muy bien. Y a partir de ahí, ya no dejé la selección en diez años”.

Juan Domingo de la Cruz, ante la potente Unión Soviética. – Gentileza JDDLC –

Así llegó a Moscú, en 1980. “Para un deportista, ir a un Juego Olímpico es lo máximo. Pero terminó siendo una olimpíada rara: Argentina se había clasificado y yo tenía mucha ilusión de jugar contra mis viejos compañeros. Pero por el boicot, Argentina no fue y fue una olimpíada un tanto descafeinada”. Y ese frustrado enfrentamiento contra Argentina no fue saldado: “No nos cruzamos nunca. La única vez fue en Puerto Rico, que estábamos preparando no sé qué torneo y estaba Argentina, con Marcelo Milanesio, que nos metió como treinta puntos. Pero yo era ayudante técnico, no jugué”.

De nuevo a Moscú 80, “nos enfrentamos con Cuba, Yugoslavia… Había equipos potentísimos, hicimos una muy buena olimpíada y a mí me fue muy bien. Desgraciadamente jugamos por la medalla de bronce con el equipo de casa: a Rusia en Rusia no se le iba a escapar. Fuimos diploma olímpico, que estuvo bien para nuestro debut en una olimpíada”.

A 45 años de aquella experiencia, “Moscú fue muy especial. Obviamente, no era lo que es ahora. Pero nosotros con la juvenil de Argentina ya habíamos viajado a China, que tampoco nada que ver con lo que es ahora: estaba Mao, era todo gris, todos vestidos igual, todos en bicicleta, no había luces, nada; horroroso. Y Moscú otro tanto: estaba muy cerrado a Occidente. La Villa Olímpica era como una cárcel, salíamos de la Villa al entreno y del entreno a la Villa. Nos sacaron solo una vez, que fuimos al Teatro Bolshói. Pero por lo demás, pasábamos mil controles: control para ir a comer, para entrar a nuestro edificio, en nuestro piso…”.

Así y todo, De la Cruz recuerda Moscú 80 “como algo espectacular”, y tiene muy presente la ceremonia inaugural, de la que este 19 de julio se cumplen 45 años: “No sabíamos por dónde iban a llegar al pebetero para encenderlo. Y se fue formando un camino, levantando unas plataformas, y un basquetbolista ruso, Sergei Belov, se subió hasta la torre y…”. Vuelve: “Moscú estuvo bien, pero era Rusia, y en esa época; complicado. Eres joven, hay muchos deportistas y lo pasas bien, intentas buscarte la fiesta. Nos llevábamos muy bien con los jugadores de la selección de fútbol y hacíamos minicompeticiones. El tiempo libre lo dedicábamos a eso, pero nada que ver con lo que fue Los Ángeles”.

Aquella participación con diploma olímpico le dio un impulso al básquet español. “A partir de Moscú, la Selección empezó a competir, hicimos un Europeo muy bueno en Checoslovaquia, ya estábamos dentro de los cuatro mejores equipos del continente. Hasta que se logró una medalla de bronce, en 1983”. Y eso que el mundo era otro, y en el básquet quedaba más que claro: “Nuestra selección pudo haber tenido algún otro triunfo, estaba bien. Pero cuando competíamos nosotros, Yugoslavia era una y muy potente. Y Rusia, la Unión Soviética, era una, y potentísima”.

El recuerdo de la selección española plata en Los Ángeles 1984.

La medalla de plata en Los Ángeles

En Los Ángeles 1984, España logró su primera medalla olímpica en básquet. “Fue muy diferente a Moscú, ahora podíamos darle pelea a la gente más grande, ya teníamos más repertorio a la hora de jugar. Nosotros éramos pívots muy livianos, y así todo fuimos sacando competiciones importantes”.

A diferencia de lo que suele suceder con las medallas de bronce, la de plata implica despedirse de los Juegos con una derrota. “Perdés el último partido, te deja un saborcillo… Pero la fiesta para nosotros había sido en el partido anterior, contra Yugoslavia, que le ganamos. Éramos conscientes de que poco a poco fuimos llegando adonde no pensábamos que íbamos a llegar. No éramos candidatos a una medalla, pero fue pasando, se fue ganando. Después, en la final, aquella selección de Estados Unidos era una máquina, te mataba. Eran universitarios y no es el mismo juego que tiene la NBA. Aquellos salían a jugar desde el primer minuto, te iban a machacar, te presionaban hasta en los vestuarios”, le explica a DIB.

Fue derrota, y por diferencia: 96 a 65 a favor de Estados Unidos. Pero vaya que tuvo valor aquella medalla de plata: “¿Cuántos años tuvieron que pasar hasta que se consiguió otra?: casi 30 años, hasta que Pau (Gasol) y equipo pillaron la otra, en 2008. Fijate si no es difícil tenerla, no hay muchas”.

Juan Domingo de la Cruz coincidió con Diego Maradona en Barcelona. – Gentileza JDDC –

Juan Domingo de la Cruz jugó en el Barcelona entre 1975 y 1987. Y quien también jugó en Barcelona por esos años, entre 1982 y 1984, fue Diego Armando Maradona. “Lo conocí, coincidimos, tuvimos mucho contacto. Él venía al básquet, hemos salido a cenar, a tomar una cerveza”. Pero hubo otro argentino que jugó en Barcelona, Lionel Andrés Messi: “Soy muy de Leo Messi, mucho, y no lo conozco personalmente. Soy un loco de Leo: juega Argentina y soy fanático de la Selección”.

Juan Domingo de la Cruz, en el seleccionado de Europa. – Gentileza JDDC –

“En esa época se conformaba una selección europea que iba a jugar partidos tipo de homenaje. Por ejemplo, se retiraba un jugador e íbamos. Tuve la suerte de estar en esos equipos seis veces. La primera fue el 50º aniversario de la FIBA, en Ginebra. Y después jugamos dos partidos contra Estados Unidos, que tenía un chico jovencito que se llamaba Michael Jordan. Sabíamos que había sido de los mejores universitarios, pero tendría 17 años, no nos llamó mucho la atención. Pero sí, llegué a jugar dos partidos contra él antes de Chicago”.

“Un desastre”, se ríe Juan Domingo de la Cruz al momento de recordar la participación de la selección española en el Mundial que se disputó en Argentina. Todavía jugador, sin embargo, en ese mundial vino como tercer entrenador. “Me quería morir: jugábamos en Buenos Aires, en Villa Ballester, tenía toda mi familia ahí, pero no nos clasificamos y nos mandaron a Salta. Con todo mi respeto por Salta, hermoso, pero yo quería aprovechar para estar cerca de mi familia”.

En 1990, De la Cruz era jugador de TDK Manresa. “El entrenador de la Selección me decía: ‘Si vienes de ayudante, tienes que dejar de jugar’. Pero no dejaba porque me fichaban, y al año siguiente me volvían a fichar”. Fue ayudante de la Selección en tres oportunidades: un Europeo en Roma, “que hicimos medalla de bronce, creo”, el Mundial de Argentina y en los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992.

Juan Domingo de la Cruz y sus 2,05 metros ante la realeza. – Gentileza JDDC –

“Mi altura oficial era 2,03. Ya en España, un año pillé una neumonía y estuve como dos meses en cama. Cuando salí de ahí, me midieron y pasé a medir 2 metros 5: con 28 años había crecido dos centímetros. El médico no entendía nada, decía ‘¿cómo pasó esto?’. Ahora Yo mido 2 metros 5”.

“No he vuelto a Pinto, o a Tejedor, y me sabe mal. Pero ya casi no tenía familia ahí. En Pinto tengo dos primos que se volvieron de Buenos Aires, y luego en Roberts tenía una tía, hermana de mi mamá, pero falleció. En mis viajes a Argentina, no tenía muchas vacaciones: yo pegaba Barcelona con la Selección y a lo mejor tenía una semana de vacaciones, diez días. Iba a Buenos Aires, a estar con mi familia, y me volvía”.

Sí estuvo en Pinto cuando jugaba en San Lorenzo, antes de irse a España. “Fui un ratito a tirar al aro. Pero el básquet no era lo que pasó a ser luego, no era el deporte que se conociera”.

Juan Domingo de la Cruz, a los 71 años, sigue ligado al básquetbol.

Juan Domingo de la Cruz jugó en San Lorenzo y luego se fue al Barcelona, colores que vistió entre 1975 y 1987. Después jugó dos años en el Forum Valladolid, de allí pasó al TDK Manresa y, por último, el Baskonia de Vitoria, la temporada 1990-91. Esa fue su despedida de la Liga ACB. Posteriormente, hasta 1996, jugó en equipos de ascenso, “pero ya era para divertirme, jugaba por amistad con amiguetes”.

En su palmarés, ganó tres ligas ACB (1981, 1983 y 1987) y siete Copas del Rey (1978, 1979, 1980, 1981, 1982, 1983, 1987), y a nivel internacional, dos Recopas de Europa (1985 y 1986), entre otros. Con selección, plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, plata en Eurobasket de 1983 y oro sudamericano juvenil en 1973.

Retirado, siempre siguió ligado al básquet, como entrenador y como comentarista de TV. Sí hubo un pequeño distanciamiento cuando vivió unos años en Costa Rica: “Di clases de básquet en un colegio americano, pero los ticos… No es un deporte que tenga mucha tradición allá”.

Actualmente, de nuevo en España, con club y escuela, se dedica al minibásquet infantil, cadete, juniors. “Sigo ligado al básquet con pequeños, básquet profesional no quiero saber nada”. (DIB) GML